Me pasaron un artículo muy interesante titulado “defendiendo lo indefendible” y es sobre las defensas que a lo largo de muchos años se hicieron sobre los crímenes y acusaciones que se le hacían al P. Maciel. Personas importantes como teólogos, Cardenales, Obispos y hasta el mismo Papa defendieron o ignoraron las acusaciones que se hacían contra este maestro-monstruo de la manipulación. No sólo se han ignorado las acusaciones contra Maciel sino las acusaciones contra otros en las listas de “fundadores memorables”. Lo verdaderamente histórico con el caso Maciel es que el Vaticano finalmente lo denunció tímidamente pero públicamente (El Vaticano)
El sufrimiento y humillación de muchas víctimas por largos y penosos años ha sido el costo de la manipulación, la mentira y la infamia de estos “padres y maestros”. La manipulación y abuso es el resultado que permite el sistema sobre el cual se estructura la Iglesia Católica. La estructura eclesiástica actual, el desbalance de poder entre clérigos y fieles, el abuso ignorado y no castigado ha dado como resultado años de oscuridad e injusticia, no solo abuso sexual sino de todo tipo de abusos.
A pesar de que el Vaticano hizo público las desviaciones y manipulación ejercida por Maciel, me da la sensación de que se quedaron cortos con las sanciones. A veces me pongo a pensar como me sentiría si mi hijo hubiera sido el abusado y el sacerdote acusado solo recibe del Vaticano como castigo renunciar a su cargo y retirarse para hacer oración y penitencia. ¿Justicia? Parece más una máscara de justicia… ¿Justicia sera mucho pedir a la Iglesia? Pareciera que tendría que ser al revés ¿no?
El artículo completo “Defendiendo lo indefendible” se puede encontrar en el link aquí (defendiendo lo indefendible) ; yo solo voy a usar algunas partes del escrito que me resultan más interesantes y los cuales quisiera comentar.
Una de las cosas que se dice en el artículo es que el caso de Maciel ha sido –y será- emblemático, por múltiples razones. No sólo porque temporalmente se ha adelantado a otros semejantes… sino porque muchas cosas que se desarrollan a lo largo del caso también se verán en otros. Ya hay casos semejantes en los que se observa lo mismo que notamos en el caso del fundador de los Legionarios: negación y defensa a muerte… imposibilidad de creer que el Padre y Pastor es un impostor.
Una amiga me decía llena de esperanza que estos escándalos hay abierto ventanas en la iglesia que permitirán un cambio de aire, renovación del ambiente y mayor responsabilidad en los cristianos. Personalmente no quiero sonar escéptico pero si no aprendimos la lección hace 500 años atrás con la separación protestante, en gran parte por la corrupción de la cúpula eclesiástica, dudo que la crisis actual cambie algo.
Aprovecho para decir acá una cosita que hace tiempo me estaba dando vuelta por la cabeza y que creo que se aplica mal al defender a los fundadores y sus comunidades. Hay muchos que usan eso de “si no es de Dios cae solito” y creo que eso no prueba nada… hay obras o movimientos que la iglesia católica no juzga como fundadas por Dios y todavía hoy perduran como por ejemplo los musulmanes, los protestantes, los hindús, etc. Lo mismo se debería decir de la aplicación de “por los frutos se conoce el árbol”, hay que tener cuidado como se aplica porque si es solo por las buenas obras o las obras de caridad el Rotary Club como institución es de Dios también.
La defensa del manipulador
Una característica que sobresale en el caso de los fundadores y que se nota de modo evidente en el caso Maciel es la defensa a diente partido del Monstruo.
Lo interesante de la defensa a ultranza, hecha por intelectuales importantes o por personalidades de prestigio, es que –lejos de ser una defensa- pone de manifiesto –desde otro ángulo- la gravedad del asunto. Cuánto más se lo ha defendido a Maciel, mayor ha quedado de manifiesto el alcance de su simulación.
Importante personalidades del ambiente eclesiástico fueron engañadas y manipuladas por Maciel. Hombres y mujeres importantes para el pensamiento católico, de gran influencia en la Iglesia, gente que muchas veces son puntos de referencia para otros fieles se tragaron la mentira. ¿Qué pasó? Significativos pensadores cristianos invirtieron de su tiempo, medios y recursos en “defensa” del monstruo manipulador (ej. Rev. R.J. Neuhaus) Cardenales y Obispos apoyaron, ayudaron y apañaron al monstruo haciéndose cómplices de una mentira… ¿Qué pasó con el discernimiento? El mismo Papa Juan Pablo II recibió noticia de los abusos de Maciel… un Papa que se cuenta llamó por teléfono a amigos de la escuela estando en el Vaticano… y ¿no se le ocurrió tomar el teléfono para llamar a una de las víctimas? ¿Preguntar… averiguar… escuchar?
Hay que reconocer que el abandono de todo punto de vista crítico, en algunos momentos, manifiesta cierta falla importante en estos intelectuales o personalidades defensoras, porque en algún punto se han entregado al prejuicio favorable y han dejado de lado todo interés por aquella parte de la realidad que no encajaba con sus expectativas. Es la defensa a ultranza.
Que pecado. El abandono del punto de vista crítico por parte de estas personalidades nos hace dudar de la seriedad de sus escritos, de su objetividad. Son humanos… son humanos y eso es lo que debemos contantemente repetirnos para mantener los pies sobre la tierra. No hay ‘Padre’ sino el que tenemos en el cielo… no hay ‘Maestro’ sino el que está en el cielo… todos y todo lo demás debe siempre estar bajo escrutinio.
Es importante que los que están en instituciones de este tipo se sientan libres de cuestionar, hablar y disentir en las cosas que son discutibles. Los dogmas en la Iglesia Católica son indiscutibles… todo el resto es cuestionable. Es saludable que haya apertura a la discusión, a cuestionar, a dudar, a criticar, de lo contrario estamos frente a una mentalidad sectaria. Si no hay respeto a la opinión ajena, a escuchar, a dudar, entonces no es católico (aunque le den de comer a los pobres).
El mayor obstáculo de los defensores para ver de modo critico la imagen del fundador acusado de abusos es la confianza puesta en estos hombres, incuestionable en sí misma. Pero eso hace a los seguidores imparciales en el juzgar la inocencia o culpabilidad de la manipulación usada por estos hombres. Muchos hacen el razonamiento de que como hubo santos que sufrieron la calumnia, entonces el sufrir calumnias puede interpretarse como signo de santidad; y como ya han canonizado a los fundadores a pesar de que las victimas escriban, hablen, digan… van a juzgar que esos testimonios son simplemente calumnias.
La realidad es que tanto Maciel como Escrivá habían sido creadores de organizaciones católicas de gran éxito y erróneamente se interpretaba ese éxito como signo de elección divina. ¿No había acaso que desconfiar un poco de tanto éxito, que poco y nada tiene que ver con el camino de la Cruz predicado por Jesús? El éxito no es precisamente una señal de divinidad, al menos dentro del cristianismo.
Nuevamente errores deductivos. Ni del éxito se puede inferir la santidad ni de las calumnias la inocencia.
Otro importante punto que recoge el artículo es como la confianza en el fundador crea una ramificación, una red de engaño porque los que confían en ellos los defienden sin conocer o escuchar a las víctimas, sin juicio crítico. Se vuelve un encubrimiento masivo. Los defensores crean un obstáculo mucho más difícil de vencer para las víctimas. Este tipo de defensa apasionada y ciega es sostenida por cierta tendencia fundamentalista que lleva al extremo la imagen ‘paterna y santa’ del fundador y por tanto niegan, ‘no puede ser que el fundador tenga estas desviaciones’, simplemente no puede ser porque no le es conveniente a la confianza que ellos han puesto en ellos.
Uno de los defensores de Maciel más conocidos ha sido el norteamericano R.J. Neuhaus. Escribió varios artículos defendiendo la inocencia de Maciel. … Pero en 2006 se vio obligado a ceder, ante la medida tomada por Benedicto XVI.
…
En un reciente artículo en la misma revista de la cual Neuhaus era director, el autor J. Bottum señala que irónicamente dicha defensa fue encarada por Neuhaus no a pedido de Maciel, a quien no conocía bien, sino debido a la insistencia con que jóvenes sacerdotes de la Legión –a los que sí conocía- le solicitaban su intervención a favor de Maciel.
Es una red de engaños. Maciel engañó a los suyo y los suyos –engañados- engañaron a otros. De esta forma Neuhaus terminó defendiendo a quien no conocía. Increíble, pero no tanto, si se tiene en cuenta cómo actúan los sociópatas, creando falsa confianza.
Y la defensa que hizo Neuhaus fue de una fuerza extraordinaria.
Primero por el persuasivo ensayo que escribió, luego por el prestigio que tenía de católico conservador –es decir, atento al cuidado de la ortodoxia- y por la influencia o llegada que tenía dentro del ámbito católico.
Pienso que se dejó llevar por el prejuicio de que toda crítica hecha desde afuera (ex miembros, prensa critica, etc.) ha de ser necesariamente falsa y calumniosa.
El prejuicio de creer que la critica de ex miembros, de quien habla contra el ‘padre’ o ‘fundador’ es falsa y calumniosa es lo que nos ha puesto en la situación en la que nos encontramos.
Slumdog: Chat de café, ¡te faltó el mejor párrafo de todo el articulo!, aquí te lo dejo para subsanar la carencia:
Existe siempre un problema difícil de zanjar, y es que los sociópatas generalmente resultan ser más creíbles que sus víctimas. Esa batalla de la confianza la ganan siempre, porque son expertos en credibilidad, mientras que las víctimas pueden ser consideradas como fabuladoras con facilidad, pues lo que cuentan es muy difícil de creer (¡¿Maciel un abusador?!). Lo que cuenta el sociópata es una realidad mucho más agradable y sobre todo adecuada al deseo inconsciente de sus oyentes (“se trata de un nuevo ataque contra la Iglesia”, etc.). Las victimas crean inquietud con su relato –es indeseable la realidad que cuentan-, mientras el sociópata crea una imagen llena de paz y seguridad con su versión de los hechos.
Chat de café, ¡te faltó el mejor párrafo de todo el articulo!, aquí te lo dejo para subsanar la carencia:
Existe siempre un problema difícil de zanjar, y es que los sociópatas generalmente resultan ser más creíbles que sus víctimas. Esa batalla de la confianza la ganan siempre, porque son expertos en credibilidad, mientras que las víctimas pueden ser consideradas como fabuladoras con facilidad, pues lo que cuentan es muy difícil de creer (¡¿Maciel un abusador?!). Lo que cuenta el sociópata es una realidad mucho más agradable y sobre todo adecuada al deseo inconsciente de sus oyentes (“se trata de un nuevo ataque contra la Iglesia”, etc.). Las victimas crean inquietud con su relato –es indeseable la realidad que cuentan-, mientras el sociópata crea una imagen llena de paz y seguridad con su versión de los hechos.
Slumdog, desde ya agradecido… la verdad es que hay varias partes del articulo que me han hecho pensar seriamente y han arrojado luz a algunos de mis pensamientos.
Muy rico el tema, efectivamente el problema de la “sordera” de quienes rodean a los sociópatas es muy interesante.
Sólo diré por ahora dos cosas:
1) que el análisis de la moral católica falsamente “tradicional” (en realidad moderna, postaridentina) tiene un marcado sesgo “garantista” clerical, como se advierte en los manuales de casuística, lamentable auge de la moral barroca tan bien descripta por Pinckaers o.p. . Se hace demasiado hincapié en la “fama” como bien máximo a tutelar, por encima de cualquier otro bien. Y adviértase que la difamación no es calumnia: aún difundir cosas verdaderas pero desconocidas de una persona hace incurrir en difamación. Es interesante ver que la película “La Duda” comienza con el sermón de un cura abusador glosando el famoso apólogo del “almohadón de plumas” (tan difícil como recoger las plumas esparcidas desde una torre es reparar la difamación).
Muy distinto es el enfoque de Santo Tomás, que establece claramente la excepción a la preservación de la fama cuando existen graves razones de bien común. Ni que decir en el caso de pederastia: aquí hay dos bienes en juego, uno importante pero relativo, el otro absoluto, dado que se juega la salvación del alma y de la vida de una persona, ni más ni menos. Los que conocen los efectos del abuso sexual, en especial en los niños, entenderán que prácticamente estamos hablando del bien supremo: la salvación de su alma, su identificación con la Iglesia de Cristo, su integridad espiritual, etc.
Este principio es el que ha fallado en estos casos: la “fama”, tanto personal como corporativa, prevalece sobre el principio de reducción de riesgo para un bien infinitamente superior, cual es la integridad espiritual, psíquica y física de un menor (recordemos, en el ámbito civil, iguales pulsiones garantistas cuando se trata de establecer registros de violadores o de advertir al vecindario respecto de los antecedentes de un ex convicto por tales delitos se trata).
2) Hay que analizar cuidadosamente, al modo que se hizo en los Estados totalitarios tras la derrota del nazismo, la responsabilidad de los que “no vieron ni oyeron”, los “sordos morales”, sordos pero no mudos al momento de hacer la apología de aquel de quien no les constaba su inocencia. Y que ahora, cándidamente, afirman que “no se dieron cuenta”, “que tenían todos los elementos para confiar”. Aquellos que emplearon, “ad nauseam”, argumentos claramente sofísticos, sin agotar las posibilidades de investigación empírica. En mi caso particular, recuerdo que me limité a leer los testimonios de las víctimas de Maciel, e inmediatamente me surgió la duda. Hombres grandes, sin nada que ganar, con la vida hecha (incluso un sacerdote en ejercicio), con testimonios realmente denigrantes para con ellos mismos. Lo menos que este material debía generar, en alguien de buena fe, es una duda o sospecha, que en conciencia debería haber llevado o a investigar más o a suspender el juicio, jamás al rechazo in limine de las alegaciones.
No prestar atención a estas evidencias, poner en automático el leit motiv de “calumniadores, resentidos, apóstatas” – aquí el garantismo no funciona, las calumnias están a la orden del día- entraña una responsabilidad moral muy grave.
Hace poco hablé con un miembro del IVE, y me comentó que no tienen permiso de criticar a Maciel, quien según ellos… es víctima de una persecución, al igual que el P. Buela, que es inocente de todo. Y estoy hablando -luego- de que la Santa Sede condenara las acciones de Maciel. Esto lo pueden constatar aún en los grupos laicales del IVE.
¿Leíste en las fábulas de stevenson la del pueblo en que todo mundo usaba un grillo en la pierna izquierda? El único resultado de tanto sacrificio contra los “fundadores”, es simplemente un cambio de pierna.
Cacho
En este sitio podran encontrar informacion sobre el IVE, entre otras cosas el escrito reminiscencias publicado por P. Carlos Buela en el año 1994 donde hacía publica las correspondencia mantenida con Obispos y sacerdotes que lo acusaban de ciertos abusos en particular de poder. http://www.prensacatolica.wordpress.com